Hemos estado reuniendo tapones hasta tener una bolsa para cada niño y entonces llegó el momento de subirlos a la sala de profes . Los niños se enfrentaron a la experiencia como si fuésemos de viaje. Cada uno con su bolsa empezamos la peregrinación y nunca mejor dicho porque a mi me dio la sensación de que estaban subiendo el Everest y ya me estaba imaginando la bajada . Algunos son tan pequeños que no encuentran punto de apoyo y se agarran al primero que encuentran...Los acompañamos Lola, Iria y yo (que pensaba hacer fotos pero se convirtió en imposible porque todas las manos eran pocas). Ahora bien, ellos lo han disfrutado, vaciaron sus bolsas en una caja (menudo trabajo le dejamos a la cuidadora Carmen que voluntariamente se ofrece para seleccionarlos porque a nosotros nos llevaría una jornada ¡gracias, muchas gracias Carmen por tu valiosa ayuda!) y se dispusieron a disfrutar de las vistas del primer piso, nidos de gaviotas, pelotas en el tejado y el patio en el que juegan...
La verdad es que ya están muy concienciados y guardan también las tapas de los bebibles del almuerzo por iniciativa propia. Saben que con esos tapones van a ayudar a otros niños con dificultades. Toda vía no les he enseñado una foto que me ha pasado Carmen de los destinatarios de los tapones y que incluyo aquí, pero lo haré en estos días para incentivarlos a seguir con el taponeo.
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